Recorriendo playas, cuevas y acantilados de Gipuzkoa
Desde el límite fronterizo entre Bizkaia y Gipuzkoa, en la curva que separa Ondarroa y Mutriku, se asoma esta espectacular vista de la playa de Saturrarán. La arena se extiende por más de 300 metros finalizando en unos perfilados peñascos de pizarra que se levantan en el mar.
Siguiendo la carretera GI-638, en menos de 5 minutos llegamos a la localidad de Mutriku, donde el centro urbano bien conservado y el puerto revelan su tradición marinera. El popular arquitecto Luis Peña Ganchegui dejó un legado de una treintena de edificios de gran interés arquitectónico en esta localidad costera.
Retomamos la carretera enlazando en Itziar con la AP8 y nos adentramos hacia el corazón de Gipuzkoa hasta llegar a Oñati. Ascendiendo 9 kilómetros del centro se encuentra el santuario de Arantzazu. Rodeado de montañas, barrancos y cuevas, al margen de las creencias religiosas, es una de las obras cumbre del arte vasco de vanguardia del siglo XX. Tras pasear por este lugar único que sobrecoge, aprovechamos para reponer energías con un buen “hamaiketako” en Goiko-Benta Ostatua, residencia del artista Jorge Oteiza durante la construcción de la basílica.
En el parque natural Aizkorri-Aralar existen múltiples senderos para descubrir paisajes espectaculares como la cueva de Orkatzategi. Tras una buena subida, un poco intuitiva debido a la falta de señalización, se accede hasta un espacio con una fuerza especial que invita a escuchar la naturaleza. Contemplar el horizonte mientras los buitres y pájaros cruzan el interior es una de las imágenes que se quedó grabada en mi retina.
De un tesoro escarpado en la roca saltamos a otro tesoro con asombrosos acantilados, el Geoparque conocido como la Ruta del Flysch. Volvemos al coche y ponemos ruta hacia la costa. Dejamos la autopista en Zarautz, uno de los núcleos fuertes del turismo, muy frecuentado por apasionados del surf. Desde su camping se puede contemplar una vista privilegiada: una de las playas más extensas del País Vasco, con Getaria y su isla al fondo.
Atravesamos el centro urbano de Zarautz y a escasos 10 minutos en coche llegamos a Getaria, el pueblo idóneo para disfrutar del mejor pescado fresco y buen txakolí. Aunque no hemos tenido tiempo de parar en esta ocasión, debo confesar que Astillero es nuestro restaurante favorito; una experiencias que me marcó un antes y un después en la manera de concebir la cocina. Merece la pena perderse por sus alrededores repletos de viñedos de txakoli y contemplar desde lo alto la bahía y la isla con forma de ratón.
Retomamos la N634 hasta llegar a una de las entradas del Geoparque, Zumaia. Seguimos bordeando la costa de 13 kilómetros con acantilados que guardan una espectacular formación de capas de roca llamadas Flysch, que nos muestran más de 60 millones de años de la historia de la Tierra.
A la altura de Itziar nos desviamos por pequeños caminos para contemplar hipnotizados cómo el cielo se impregna de rojo con los últimos rayos de sol.
En definitiva, Gipuzkoa está repleta de enclaves naturales maravillosos para degustar la gastronomía local, disfrutando de la belleza que ofrece el paisaje tanto en la costa como en el interior.
No te pierdas la primera etapa del road trip por Álava: Para disfrutar viajando no es necesario ir lejos, sino aprender a mirar mejor nuestro alrededor
Más información sobre la fotógrafa Miren Pastor en su página web.